El Presidente del Gobierno de España ha dicho:
– Que el Tribunal Constitucional tiene un mandato caducado. Pues no señor. El Tribunal Constitucional se renueva por tercios cada tres años. Es imposible que «el tribunal» tenga el mandato caducado, puesto que cada 3 años se nombran 4 nuevos magistrados. Ahora se tienen que nombrar 4 y en total en el TC son 12. Por lo tanto, 4 magistrados deben ser renovados. Pero, ¿sabe el sr, Sánchez que la Ley Orgánica del TC dispone que hasta que no se nombren los nuevos los anteriores deben permanecer en sus puestos y cumplir con sus funciones? Nariz que crece 1 cm.
– Que “lo que importa es mantener los puestos de aquellos que ellos nombran aunque sea de por vida, que es lo que están haciendo desde hace cuatro años. » ¿ Me puede decir a quién se refiere, Sr. Presidente? Al TC desde luego que no, por lo que he explicado antes. Supongo que se refiere al Consejo General del Poder Judicial, que, efectivamente, hace unos cuatro años que se hubiera tenido que renovar. Luego, no creemos confusiones, porque una cosa es el TC y otra el Consejo. El Consejo se renueva cada 5 años (no cada legislatura, sino cada 5 años, precisamente para que no coincida el mandato de la legislatura con el mandato del Consejo, pues así lo estableció la Constitución). Y si no se ha renovado es por dos motivos. Primero, porque el Parlamento, es decir, el Congreso y el Senado, no cumplen con su función constitucional, pues son ellos quienes, según la ley vigente, deben designar, por mayoría de 3/5 (ésto significa un consenso amplio, pues no basta con la mayoría absoluta) a todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial. Segundo, porque se tiene que cambiar la ley que regula estas cuestiones porque así lo disponen las normas europeas (esta vez sí que es cierto que las normas europeas lo disponen) de tal manera que al menos la mitad de los miembros del Consejo sean elegidos por y entre los jueces; el resto puede continuar siendo de elección parlamentaria. Pues no hay manera de que se pongan de acuerdo en el Parlamento para aprobar el cambio de normativa. Así que no diga Vd. que la oposición los quiere vitalicios, pues no es cierto. Nariz que crece otro cm.
– Que «en Cataluña prima la concordia». Venga Vd. a ver lo que pasa de verdad y opine luego. Cientos de empresas y miles de personas se han tenido que ir de Cataluña por las imposiciones y la represión del nacionalismo, con la complicidad del populismo. Los niños no pueden recibir ni un 25% de la enseñanza en español a pesar de que el Tribunal Supremo así lo ha reconocido y son discriminados y vituperados. El espacio público y la administración están copados por el secesionismo. Existen periodistas haciendo listas negras para tener reos de otros «juicios de Nuremberg» dicen. Y Vd. no hace más que facilitarles el terreno para que continúen imponiendo su dominación, no facilitando la concordia, sino la imposición del modelo totalitario que pretende la alianza secesionista-populista.
– «Nosotros alumbramos la Constitución hace más de 40 años cuando la derecha estaba en otra cosa» ¿Nosotros? ¿A quien se refiere? ¿A Vd. que todavía no llevaba pantalón largo cuando se aprobó la Constitución en las Cortes y la inmensa mayoría del pueblo español la aprobó por referéndum? ¿Cree Vd. que ya no queda nadie de los que estábamos en esos momentos? ¿Tan zafio es que pretende hacer ver que en la asamblea constituyente no estaba la derecha, ni el centro derecha, ni los comunistas, ni los nacionalistas, sino que sólo estaban los socialistas? Va a tener que darnos una explicación a los que nos jugamos incluso la vida por tener una Constitución de consenso.
Algún día tendrá que responder Vd. por tanto engaño y tanto daño. No sólo por incumplimiento de promesas electorales. Sino por intentar tergiversar la Historia y por pretender imponer su totalitaria visión, cegada por sus socios de campaña, a los que sirve en bandeja destruir lo que tan trabajosamente construimos, con árdua lucha, sin ir en falcón como locos contando mentiras de un sitio a otro, los españoles, tanto si éramos catalanes como extremeños, andaluces, vascos, gallegos o castellanos, o de cualquier otro lugar. Nos daba igual de dónde fuéramos con tal de ponernos de acuerdo para conquistar la libertad y la democracia.
Aprendimos, en aquellos tiempos el valor del Estado de Derecho, junto con la democracia y los derechos fundamentales y no nos lo vamos a dejar arrebatar. Mucho menos con burdas mentiras.
(Respuesta al artículo «Sánchez se arroga en exclusiva la paternidad de la Constitución y deslegitima a un TC ‘caducado'» en La Razón.)
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