(El pasado 30 de Noviembre, el alcalde de Pamplona anunció que, a iniciativa de Sociedad Civil Navarra, la capital de la comunidad foral volverá a tener una Plaza de la Constitución. Esta vez ocupará la actual Plaza del Baluarte, donde se ubica, por ejemplo, el monumento a las víctimas del terrorismo. Este texto fue escrito para apoyar esa iniciativa y creemos que merece publicarse).
La primera vez que Pamplona tuvo un lugar con esa denominación fue el 9 de abril de 1820, día en el que se proclamó la constitución de Cádiz de 1812 desde la Casa de los Toriles, en la Plaza del Castillo. Las diferentes autoridades y numerosos pamploneses asistieron a la ceremonia, en la que se descubrió una lápida instalada en la fuente de la Abundancia que con letras de oro rezaba “Plaza de la Constitución”. Tras el acto se leyó al pueblo la siguiente proclama:
“Ciudadanos de Pamplona. Esta lápida colocada en el hermoso monumento que adorna esta plaza, os declara con letras de oro cómo debéis llamarla en adelante; y cuando pronunciéis su nombre, no podréis dejar de recordar con placer que en ella fue publicado y jurado el precioso código que constituye la libertad general de la Nación Española”
De esa manera, nuestros antiguos vecinos daban inicio a la etapa conocida como Trienio Liberal. El lugar mantuvo esa denominación de forma oficial hasta el 17 de septiembre de 1823, momento en el que las tropas de los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en la ciudad y reinstauraron el absolutismo, acabando con las libertades constitucionales. Volvieron entonces a llamar a la vieja plaza como “del Castillo”
Será así hasta el 20 de agosto de 1836, cuando el Ayuntamiento de Pamplona recibió una Real Orden de la mano del Virrey de Navarra, don Francisco Cabrera, instándoles a preparar un acto oficial donde se hiciese pública la Constitución de 1812. Atrás quedaban los años del Antiguo Régimen. El gobierno absolutista de Fernando VII dio paso a la época liberal de su hija Isabel II, una niña de seis años por aquel entonces, pero al amparo de su madre María Cristina y de las ideas liberales que le abrieron la puerta al trono de España. La ceremonia se hizo en la nuevamente denominada Plaza de la Constitución.
En 1873, con la instauración de la Primera República, se le volverá a cambiar el nombre por el de “Plaza de la República” Y permanecerá así hasta el 20 de enero de 1875, cuando al abrir el portal de San Nicolás, a primera hora de la mañana, los guardias se encontraron con un individuo desconocido y le dieron el alto. Y no podía ser de otra manera, ya que Pamplona se encontraba sometida a un duro bloqueo carlista desde el 3 de septiembre de 1874. El desconocido resultó ser un emisario que, habiendo podido traspasar las líneas enemigas sin ser detenido, traía la noticia de la proclamación de Alfonso XII como nuevo monarca de España, acaecida el 29 de diciembre del año anterior, y con ello el fin de la República. Ese mismo día hubo celebraciones por toda la ciudad y rebautizaron de nuevo la antigua plaza como “de la Constitución”.
Finalmente será el 10 de junio de 1931, habiéndose proclamado una nueva República, cuando volverá a arrebatársele el nombre, que tras la guerra retornó al de Plaza del Castillo.
Por todo ello, sería de justicia volver a disponer de un lugar donde se recuerde el papel que desempeña y ha desempeñado la Constitución en nuestra Historia.
Bajo el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra descansan los restos del antiguo baluarte de San Antón. Una de las muchas estructuras que defendieron Pamplona durante más de trescientos años; guardando a sus ciudadanos y protegiendo sus vidas y haciendas. Y desde finales del siglo XIX se encontraba el cuartel de infantería “General Moriones”. Este ilustre militar español fue quien consiguió romper el cerco carlista que estaba sufriendo la capital y liberarla el 7 de febrero de 1875, trayendo de nuevo las libertades constitucionales. Qué mejor lugar, por tanto, para honrar a la Constitución en nuestra ciudad.
Que el recuerdo del viejo baluarte -bastión, defensa y amparo de Pamplona-, vivo ahora en el magnífico palacio de congresos y auditorio, y el de la Constitución Española, protectora de nuestros derechos y libertades, se unan en este espacio por muchos años.
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