La UNESCO dedica el día 21 de Febrero a la lengua materna, y recomienda su uso en la educación, especialmente primaria. En Navarra es más frecuente la publicidad de lo contrario: que educar a niños hispanoparlantes en vasco supone “abrirles oportunidades”.
Este año, la plataforma Escuela de Todos organizó un coloquio con Inger Enkvist, Ricardo Arana y Fernando Carratalá, en cuya organización participó Pompaelo. Los ponentes repasaron las ventajas de una educación en la misma lengua que rodea al estudiante en su casa y entorno inmediato, y de alinear el vocabulario general con el académico, como base incluso para aprender otros idiomas. Algo que se aplica a todos (vascoparlantes o hispanoparlantes).
Inger Enkvist, exasesora del Ministerio de Educación de Suecia, recordó que la inmersión escolar ya ha sido probada y no genera bilingüismo (“entienden el 75%”), además de dificultar el aprendizaje (“peor comunicación entre profesor y estudiante”) y dañar la profundidad del lenguaje.
Fernando Carratalá, vicedecano del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid y formador de larguísima experiencia, recordó que “el vocabulario se recibe en la casa, en la escuela sólo se amplía. Si elijo una lengua vehicular diferente, se crea exclusión” de quien no la comparte. “Cuantas más lenguas mejor, pero no se pueden crear guetos, y al niño hay que dejarle que se exprese en lengua materna” para que se desarrolle. Las dificultades no son teóricas: la reducción de vocabulario se refleja en peores calificaciones en las pruebas homologadas PIRLS.
Un impacto que se amplía cuando los propios profesores no conocen la materia (y su vocabulario) y la lengua vehicular tan bien como si usaran su lengua materna. Y hay que recordar que en Navarra no hay tantos hablantes nativos cualificados.
El daño no es sólo académico. La exclusión de la lengua materna en la educación favorece la exclusión del niño. La lengua debe ser “un elemento de socialización y no de divergencia y separación”.
Ricardo Arana, periodista, exprofesor, y exdirector de comunicación del gabinete de Isabel Celaá cuando era consejera del Gobierno Vasco, aportó aún más estadísticas sobre el daño causado por esta inmersión. Un daño tan claro que el Gobierno Vasco ha renunciado a publicar los datos del último informe PIRLS (se conocen porque son compartidos) y a participar en próximas ediciones. Desde los seis meses de retraso (matemáticas) a más de un año (lectura) respecto a niños que estudian principalmente en su lengua materna. Y cuanto menos capacidad de apoyar al estudiante con clases particulares, peores resultados: la educación en una lengua que no es la materna no sólo no abre oportunidades sino que causa un daño mayor cuanta más necesidad de ellas tiene el estudiante. En resumen, aunque dependiendo del caso es viable estudiar en una segunda lengua, no es un método que se pueda aplicar a todas las materias para todos los niños sin consecuencias serias.
Sólo el interés político puede llevar a recomendar a las familias que matriculen a sus hijos en una lengua que no es la materna. Un interés político que va directamente ligado a la justificación del profesorado en vasco, que en Navarra ya se contrata muy por encima de la demanda de la enseñanza en este idioma. Algo que ya ha pasado en el País Vasco: se establece una Lista Única de profesorado que facilita que los profesores en vasco cojan en primer lugar las plazas en español, y sólo queden libres las plazas en vasco que evidentemente se adjudican también ellos. Esto se traduce en una exclusión de los profesores en español, y una eliminación progresiva de la oferta. Baste recordar que en el País Vasco, donde una gran mayoría de los estudiantes es de lengua materna española, el 95% de la oferta educativa pública es en vasco. La única manera de escapar de la encerrona es la concertada, que allí no es perseguida como en Navarra.
Cuando se quiso implantar la Lista Única en Navarra, los profesores dijeron “No”. AFAPNA con Juan Carlos Laboreo recogió 15.000 firmas, el PSN presentó la propuesta de ley, y todos los partidos no nacionalistas (incluso Izquierda Ezquerra con Marisa Simón) bloquearon la medida.
La extensión artificial de la cooficialidad del vasco a todo el territorio navarro, objetivo principal de la reforma del Amejoramiento que se prepara, perjudica las perspectivas laborales de casi todos los empleados públicos (y hace pasar a muchos por el aro de una certificación en una lengua que no hablan ni hablarán), daña seriamente la educación de los que la padecen, y retroalimenta la industria del nacionalismo (y su propaganda) al crear “indicadores de demanda” falsos.
Y no pensemos que es algo limitado al sector público. La última medida del gobierno del PNV ha sido extender la obligación de certificarse a los trabajadores de empresas subcontratadas. La última de los nacionalistas catalanes, exigir dominio certificado de catalán a los profesores universitarios. La capacidad de exigirlo (y discriminar) es proporcional a la capacidad de convencernos para pasar por el aro: se retroalimentan, y sólo se puede parar mientras se puede elegir.
Los profesores ya han hecho su parte para proteger Navarra. Cuando toque votar sobre la reforma del Amejoramiento, habrá que pensar en las consecuencias. Y cuando nos prometan un mundo de oportunidades nuevas a cambio de sumergir a nuestros hijos pequeños en una lengua que no es la materna, pensémonoslo bien. O simplemente digamos “No”.
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