Historia de la administración de justicia en Pamplona

Pocas cosas nos muestran mejor la evolución cívica de la humanidad occidental como repasar el modo en que ha administrado justicia sobre sus semejantes. La charla de Pedro del Guayo para Asociación Pompaelo el pasado 4 de Febrero nos trajo muchos ejemplos. 

Empezando con un repaso a las técnicas usadas para extraer confesiones o castigar delitos desde antes de la romanización, y llegando hasta nuestros días, la charla recorrió no sólo aspectos generales sino historias muy concretas de Pamplona, las cárceles históricas de sus distintos burgos, los procedimientos de ejecución de las penas, la piedad mostrada por algunos y el ensañamiento de otros (como los que ejecutaban las penas de ejecución desde la torre de la Galea, junto al actual Ayuntamiento, lanzando al reo tantas veces como hiciera falta). La justicia como aplicación de la ley, el paso a penas más humanitarias, y el fin de la ejecución como espectáculo, son mucho más recientes de lo que nos gustaría pensar. El primer gran paso fue el Fuero General de Teobaldo I, que marcó penas concretas para delitos concretos, pero la evolución hacia las penas que conocemos y practicamos tardó en llegar.

Las huellas de la administración de justicia están por toda Pamplona. Desde las cruces “tau” que presiden las murallas de la ciudad en el mosaico romano que se conserva en el Museo de Navarra, a las medievales en las que se ataba y exponía a los autores de delitos menores (en Abejeras, en la Taconera, en el Caballo Blanco), o los fosos de la Ciudadela donde se producían los fusilamientos. La plaza de San Francisco Javier donde estuvo la cárcel, o los edificios frente al parque de Antoniutti, han revelado cementerios de ajusticiados, algunos usados durante siglos.

De hecho, y con la salvedad de unos restos del siglo octavo antes de Cristo encontrados en la zona de la Catedral, los pamploneses más antiguos que se conocen son cinco personas ejecutadas (no se sabe si por la justicia o por razones más oscuras) y enterradas juntas en una zanja en el siglo III bajo la plaza del Castillo, donde estuvieron diecisiete siglos ignorados por todos. Y la primera imagen de la ciudad es el mencionado mosaico con sus instrumentos de ejecución, que muy poca gente reconoce.

Como comentó Pedro del Guayo, la “historia de los perdedores” también es Historia, y citando a Cicerón, “la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Es importante saber qué hicimos para entender qué hacemos. Y quizá, para apreciar la evolución.

La charla se ofreció en directo con participación de socios e invitados, se retransmitió en Facebook Live y está expuesta en YouTube desde la misma noche del jueves.

Grabación completa de la charla.

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