Infantilismo y memoria histérica

La primera vez que visité la Universidad de Coimbra, me enseñaron la galería que contiene los cuadros de los monarcas que gobernaron Portugal desde que se tiene constancia pictórica de ello. Una de las paredes tenía un hueco considerable, sin ningún icono que mostrara quién había sido el titular de la Corona durante un buen período de tiempo. Pregunté si los cuadros estaban en restauración, porque nadie aludió a ese espacio vacío. Pues no, no estaban en restauración, sino que ese lapsus temporal correspondía a los 60 años en los que España y Portugal fueron un solo Reino. Me pareció una muestra de infantilismo porque la Historia no se puede cambiar por más que se intente hacer «desaparecer» de las crónicas.

El mismo infantilismo que rezuma la ley de la histérica memoria de que hacen gala algunos. ¿Creen que por quitar el cuadro de Landelino Lavilla, uno de los artífices de la Transición, va a desapacer su figura de la Historia? Quizás sí de la desmemoria que pretenden instaurar en nuestra ciudadanía, pero no de lo que los que, de verdad, cuentan para las futuras generaciones.

No va a haber historiador o investigador que se precie que corra un estúpido velo sobre la obra del Sr. Lavilla, como pretenden esos que han generado una Ley contraria a todo espíritu científico. La Historia no se hace a golpe de decreto, ordenanza, o simple decisión, que obligue a destacar sólo lo que algunos interesa. ¿O también van a destruir el BOE de todos los actos que tienen a Landelino Lavilla como protagonista? ¿Los archivos, como por ejemplo el Archivo Linz sobre la Transición, de la Fundación Juan March, van a ser también expurgados para borrar todo vestigio del Sr. Lavilla? Ridículo espantoso.

La Historia es lo que es, nos guste o no nos guste. Su desconocimiento, o su tergivesación, generan que la incultura derive en eclosión de demonios o de ángeles, a conveniencia del histérico censor de turno.

NOTA: Confilegal publica que el Ministerio ha rectificado, que se trata de un error. Error con Landelino Lavilla, no con el resto. Pues eso, el «censor histérico» de turno nos dice quien debe y quien no debe ser recordado, para bien y/o para mal.

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