Cuentagotas de clase por Linares, atropellada emoción por Torres, oficio en Parejo.
La materia prima: Muy bien presentados los utreros de Pincha, propios de una plaza de primera. Algunos con leña para fabricar galeones, y astifinos. Un levísimo bizco del pitón derecho. El comportamiento fue peor que el de este hierro otros 5 de julio. El precioso burraco que abrió plaza se acabó pronto. Los negros, con poca fijeza y menos clase que años previos, embestidas inciertas y calamocheos. Y con esos mimbres, toreros experimentados hubieran sacado más agua del pozo; pero hablamos de novilleros. Novilleros qué, además, llegan a estas grandes ferias muy poco toreados, porque se dan escasos festejos de esa clase. No obstante los tres no cortaron más apéndices por fallos a espadas o por que se prologaron las agonías.
La entrada, fabulosa. No hay novillada en España que meta tanta gente en la plaza: más de tres cuartos. Algo de viento que solo molestó en contados instantes.
Cristian Parejo obtuvo silencio y ovación. El más cuajado de los tres, dio la cara y pudo cortar si mata bien, pero no ocurrió.
Marcos Linares silencio tras aviso y palmas tras aviso. Sin embargo dio los muletazos mejores de la tarde, un cambio de mano soberbio y una tanda final a su primero elegantísima. Tiene la moneda. Me gusto mucho su concepto.
Cristiano Torres no hizo nada con el capote en ninguno de sus ejemplares, pero puso la plaza a revienta calderas con la muleta. Torero de público, las dos cogidas escalofriantes y volver a la cara sin mirarse le ayudaron mucho al trofeo y por la espada en su primero salió andando. El maño demuestra que quiere abrirse paso a bocados, sin embargo le falta oficio y las volteretas se veían venir. Tiempo tendrá de pulir maneras y elegir el camino del buen toreo o de quedarse en el rocareysmo tremendista. Veremos.
Foto: Marcos Linares con J. Javier Corpas Mauleón.