El «Nuevo Estatus Político» del País Vasco y la hora de Navarra

Con independencia del espectáculo protagonizado por el presidente socialista Pedro Sánchez, mientras no haya un Gobierno constitucionalista los socios del PSOE siguen siendo los mismos.  Me voy a referir a la propuesta de un Nuevo Estatus Político del País Vasco, haciendo un poco de historia.

Dos días después de la autodisolución de ETA, que tuvo lugar el 3 de mayo de 2018, cuando la banda terrorista anunció que era la hora de la política, el PNV, con la adhesión de Bildu, presentó las “Bases y principios para la actualización del autogobierno vasco a través de una reforma del Estatuto de autonomía de Guernica”. Su pretensión es alcanzar un Nuevo Estatus Político, que conduzca al reconocimiento de la identidad nacional del Pueblo Vasco o Euskal Herría, y a una nueva relación entre la Nación Vasca y el Estado español sobre la base del principio de bilateralidad. Parten los nacionalistas de la consideración de que el País Vasco es una realidad nacional cuyas relaciones con España han de regirse por el principio de cooperación, sin ninguna subordinación al Estado español. En consecuencia, el nuevo “sujeto político-jurídico” vasco ha de estar presente de forma directa en las instituciones y organizaciones europeas e internacionales en todo aquello que afecte a sus propias competencias. El PNV no tiene claro cómo bautizar a ese “sujeto político-jurídico”. Baraja cuatro posibles nombres: Comunidad Foral VascaComunidad Nacional VascaEstado Autónomo Vasco y Estado Foral

No cabe duda de que estamos en presencia de una propuesta radicalmente contraria a la Constitución. Una reforma que vulnera la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, que constituye el fundamento mismo de la Constitución, está condenada al fracaso.  En el colmo de la desfachatez, el PNV llega a invocar en apoyo de su propuesta la disposición adicional primera que ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales para justificar la legitimidad de su nuevo invento –la Nación foral-, siendo así que rechazó de plano la referida disposición en 1978 por entender que no garantizaba los Fueros, motivo por el que se abstuvo en el referéndum constitucional.

También alegan los nacionalistas la disposición adicional del Estatuto de 1979 donde se establece que el pueblo vasco no renuncia a los derechos que pudieran corresponderle en virtud de su historia. El problema está en que nadie sabe precisar cuáles son tales derechos por la sencilla razón de que no existen. 

Al defender la identidad nacional del Pueblo Vasco o Euskal Herría se afirma que “el Autogobierno vasco debe expresar que Euskal Herría es un pueblo con identidad propia, en el conjunto de los pueblos de Europa, depositario de un patrimonio lingüístico, cultural y jurídico-institucional propio, que ha pervivido a lo largo de la historia, y asentado geográficamente sobre siete territorios que en la actualidad se encuentran políticamente articulados en dos Estados europeos –el español y el francés– y tres ámbitos institucionales diferenciados: la Comunidad Autónoma de Euskadi, la Comunidad Foral de Navarra y el territorio gestionado por la Mancomunidad de Iparralde”.

En este párrafo hay un conjunto de falsedades. Euskal Herría no es un pueblo con identidad propia, pues nunca ha existido como comunidad política ni los siete territorios llamados a pertenecer a ella han formado un Estado propio ni han tenido instituciones políticas comunes a lo largo de la historia. Además, no se puede construir una nación si cuatro de sus siete territorios –Navarra y los tres vascofranceses– no tienen la menor intención de cambiar su actual estatus.

Y a  renglón seguido se dice que “el Nuevo Estatus Político será la expresión jurídico-política de la voluntad democrática de un Pueblo con identidad socio –cultural sostenida a lo largo de la historia; con rasgos políticos propios, de entre los que destaca su sentido altamente compartido de pertenencia a una misma comunidad política, a una misma nación, y que como expresión de esa misma identidad nacional, de su nacionalidad, ya se manifestó en 1936 y en 1979 y que ahora reitera su vocación de renovarse…“

«.. el PNV defiende el derecho a la autodeterminación de Euskal Herría, exactamente igual que Bildu, que desde mayo  del año 2018 había registrado en el Parlamento Vasco un proyecto para la constitución de una República Confederal Vasca con soberanía plena.»

Más falsedades. Volvemos a insistir. Nunca hubo un pueblo vasco con identidad socio-cultural sostenida a lo largo de la historia. Nunca ha habido un pueblo vasco –con Navarra dentro–, con rasgos políticos propios, de entre los que quepa destacar su sentido altamente compartido de pertenencia a una misma comunidad política, a una nación. Por otra parte, es falso que ese pueblo vasco de siete territorios hubiera manifestado en el pasado su sentido de pertenencia a una misma nación, pues en 1936, en plena guerra civil, que no fue una guerra de Euskadi contra España, las Cortes republicanos decidieron que Alava, Guipúzcoa y Vizcaya se constituyeran en región autónoma dentro de la República española, aunque su Estatuto sólo pudo aplicarse en Vizcaya pues el resto estaba en poder de los sublevados. Duró diez meses escasos. No estuvo Navarra pues socialistas y carlistas habían rechazado el Estatuto vasco-navarro en 1932.  Tras la instauración de la democracia por la Constitución de 1978, al año siguiente  únicamente los ciudadanos de las tres Provincias concurrieron al referéndum para la aprobación de un Estatuto constitucional de autonomía en el seno de la nación  española. No deja de ser pretencioso que, con una representación tan escuálida, el PNV pretenda irrogarse la representación de todo el Pueblo Vasco, aun en el supuesto de que existiera. 

En 1977, los nacionalistas fracasaron en su intento de imponer por la brava a Navarra lo que denominaban como “unidad territorial” de Euskadi. En 2018 vuelven a la carga con la misma cantinela: sólo hay un Pueblo Vasco o Euskal Herría; de él formamos parte alaveses, guipuzcoanos, vizcaínos, navarros, suletinos, bajo navarros y labortanos; y si los vascos nunca han constituido una comunidad política unitaria es porque estamos sojuzgados por dos Estados, el español y el francés. 

El Nuevo Estatus Político surgido de esta propuesta delirante ha de contemplar ese sentido de pertenencia a la nación vasca. La “Actualización del Autogobierno vasco” debe reconocer el derecho del “sujeto político-jurídico” a establecer “vínculos políticos y las relaciones internas de cooperación, tanto a nivel municipal como de cualquier ámbito territorial” con la Comunidad Foral de Navarra y los territorios vasco-franceses, “sin más limitación que la voluntad de la ciudadanía y las decisiones de sus instituciones representativas”. Y en el plano europeo, el “sujeto político-jurídico” vasco promoverá la creación de una “euro región vasca” como medio de hacer visible la existencia de Euskal Herría y su reconocimiento en el seno de la Unión Europea. 

La propuesta incluye sibilinamente el derecho de autodeterminación, aunque se realice mediante un lenguaje alambicado y barroco sin duda para evitar titulares escandalosos: “El texto articulado que se elabore sobre estas bases y principios –se lee en la Base II– será la formulación jurídico-positiva de un ejercicio pactado del derecho democrático de la ciudadanía vasca a decidir su estructura política y su régimen de convivencia, esto es, a decidir sobre su futuro, para lo cual había de dotársele a la voluntad mayoritaria de la ciudadanía de un valor normativo relevante”. Dicho en román paladino: el PNV defiende el derecho a la autodeterminación de Euskal Herría, exactamente igual que Bildu, que desde mayo  del año 2018 había registrado en el Parlamento Vasco un proyecto para la constitución de una República Confederal Vasca con soberanía plena.

Por cierto, hay otra inconstitucionalidad manifiesta en la propuesta del PNV, al obviar que la Constitución establece que sólo el pueblo navarro, mediante referéndum, está legitimado para modificar su estatus para integrarse en Euskadi. Conscientes de que, por el momento al menos, una iniciativa en tal sentido estaría condenada al fracaso, han cambiado de estrategia. El PNV y las demás fuerzas aberzales se dan la mano a la hora de proclamar que Navarra es Euskal Herría, aunque constituya una Comunidad Foral diferenciada de la Comunidad del País Vasco. Y al reivindicar que el derecho de la ciudadanía vasca a decidir su estructura política y su régimen de convivencia dan por sentado que los navarros formamos parte de ese único sujeto político, es decir, de la Nación vasca.  

Ello supondría el fin del derecho de Navarra a su autogobierno y a la pervivencia de sus derechos históricos. La integración acabaría con su secular relación bilateral y directa con el Estado, basada en la recíproca lealtad sin poner nunca en cuestión la soberanía nacional, y tendríamos que renunciar a buena parte de nuestras actuales competencias (fiscalidad, educación, sanidad o cultura) para someternos a los dictados del Parlamento y del Gobierno vascos. Pasaríamos a ser uno de los cuatro «territorios históricos» peninsulares de Euskal Herría. En el Palacio de Navarra nuestra bandera quedaría relegada al tercer lugar, detrás de la imaginaria Nación vasca, una bandera inventada por Sabino Arana que el PNV consiguió imponer como enseña del País Vasco. Y en los actos oficiales, antes que el himno de Navarra, habría que interpretar el de Euskadi, que es también —aunque sin letra— el propio del PNV. Nuestra Policía Foral quedaría absorbida por la «Ertzaintza» que, en cualquier caso, en su condición de policía integral de Euskal Herría se desplegaría en nuestro territorio. En suma, descenderíamos a la segunda división en la que juegan las Diputaciones vascas. Sería la puntilla para nuestro autogobierno y para nuestra identidad navarra y española.

Para poner en marcha el proceso legislativo conducente al Nuevo Estatus sobre las Bases aprobadas por el PNV y Bildu, en octubre de 2018 se constituyó una Comisión de expertos, uno por cada grupo parlamentario (PNV, Bildu, PSN, Podemos y PPV). Por designación del PPV y en mi condición de constitucionalista y foralista, formé parte de la Comisióon que después de un año de trabajos no llegó a puerto al ser imposible redactar por consenso un proyecto de ley sobre las Bases de los independentistas. Las Bases siguen en pie. Pues bien, reproduzco la propuesta de Bildu en lo relativo a Navarra pues son ilustrativas de unas intenciones compartidas con el PNV:

Artículo 3. Relaciones con la Comunidad Foral Navarra y con las instituciones de Iparralde.

 1. En virtud del principio de territorialidad abierta, el SJP podrá establecer con la Comunidad Foral de Navarra y las instituciones de Iparralde los vínculos políticos y las relaciones de coordinación, colaboración y cooperación que se consideren convenientes en todos los ámbitos, sin más límite que la libre voluntad democrática de la ciudadanía e instituciones de los respectivos territorios. 

2. Las comunidades políticas de Euskal Herría podrán crear estructuras políticas u órganos institucionales comunes permanentes, con las competencias que libremente acuerden y desde el respeto a la libre decisión de la ciudadanía y las instituciones representativas de cada ámbito territorial.

3. El SJP promoverá la creación de instituciones que, en el ámbito de la Unión Europea, abarquen al conjunto de territorios de Euskal Herría, para el impulso del bienestar social, el desarrollo humano sostenible y la gestión de nuestro patrimonio cultural y lingüístico común.

 Artículo 4. Relación con el Estado español 

1. En virtud de la voluntad democrática manifestada en este Estatuto Político y como expresión actualizada de los derechos históricos que le corresponden, el SJP establece una relación confederal con el Estado Español

 2. Este vínculo confederal se deriva del derecho de la ciudadanía vasca a decidir libremente su estructura política y a pactar voluntariamente su régimen de convivencia interna y externa, tanto directamente como a través de sus representantes, y no supone renuncia a los derechos que al pueblo vasco le corresponden en virtud de su historia y de su libre voluntad democrática. 

3. El vínculo confederal del SJP con el Estado español se fundamenta en los principios de reconocimiento mutuo, igualdad política, pacto bilateral y respeto institucional y se configura mediante un sistema de concierto político.

Conquistados tres de los cuatro territorios que componen la sedicente Euskal Herria, sólo queda la invasión de Navarra. Ya han conseguido inocular el virus a las nuevas generaciones con la idea de que si la lengua de nuestros mayores fue el vascuence la consecuencia es la identificación entre ser euskalún y ser partidarios de la independencia junto al resto de los vascos para librarnos del opresor español. Y esto es lo que se enseña en los centros educativos públicos y en las ikastolas.  Los carlistas navarros, mayoritarios en la Barranca y en el Baztán, cantaban el “Gernikako arbola” al tiempo que ondeaban la bandera de España.

No hace mucho Bildu hablaba de la “lluvia fina” como método de penetración en la sociedad navarra. Esta fase ya ha acabado. Ahora estamos en plena diluvio. La inundación nos puede diluir en Euskadi. A pesar de las inclemencias del tiempo debemos pasar a la contraofensiva. Este lenguaje nada tiene que ver con el uso de la violencia. Pero lo que estoy haciendo es una llamada a todos cuantos amamos a Navarra tal como es. No queremos convertirnos en extranjeros en nuestra propia patria. El choque dialéctico será brutal, otra palabra de moda significativa. Necesitamos liderazgos responsables, bien formados, infatigables, dialogantes, atractivos para la juventud y fiables antes las demás generaciones, que sepan escuchar y tengan coraje en la defensa de nuestro proyecto de futuro. Con ideas, empáticos para comprender las emociones y los sentimientos de los demás.

Al mimo tiempo hay que proceder a una nueva definición de la navarridad. Ya no basta decir que Navarra es Navarra. Hay que demostrar que tenemos soluciones para que la inteligencia artificial no nos arrastre, sino que nos apoyemos en ella para progresar.

Para todo esto hace falta dinero. Frente a iniciativas como Pompaelo y otras asociaciones no nacionalistas, llenas de buena voluntad, pero carentes de recursos económicos, el nacionalismo vasco, con la complicidad del PSOE, abunda en medios.

Somos una comunidad libre, que no está sojuzgada por nadie hasta el momento. La Constitución admite que Navarra pueda integrarse en Euskadi. Lo que no permite es integrarla por la puerta de atrás, con la complicidad del PSOE, vulnerando lo dispuesto en la disposición transitoria cuarta. Desde 2015 la coalición del PSOE con Geroa Bai, la marca blanca del PNV, y Bildu, tienen mayoría suficiente para iniciar el procedimiento de incorporación a Euskadi. ¿Por qué no lo hacen? Porque no se atreven, Así de simple. Sufrimos el asedio y la colonización del independentismo vasco. No llamo a la resistencia, sino al contraataque. Estamos a tiempo.

1 comentario en «El «Nuevo Estatus Político» del País Vasco y la hora de Navarra»

  1. Muchas gracias por el artículo que comparto totalmente El símil de la segunda división es que seríamos un”club filial” nunca podríamos” jugar” en champions solo reservado al club principal 😀😀😀👍👍

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