«Espacios de confort delincuencial» en Pamplona

Artículo publicado originalmente en Diario de Navarra el 21 de Octubre 2022.

Espacios de confort delincuencial, esta es la denominación que se lleva años trabajando en criminología, más en concreto en el análisis de los mapas delictivos de las ciudades. Sobre todo, es una materia recurrente en el diseño y  desarrollo de los espacios públicos como estrategia para mejorar  la seguridad y la percepción que de ella que se tiene en el desarrollo diario de nuestras ciudades. Entiendo que el lector no tiene por qué conocer en concreto este fenómeno, pero si le pongo un par de ejemplos, los reconocerá por su impacto mediático, ya que los medios de comunicación se han hecho eco muchas veces de cómo barrios enteros de ciudades europeas han sido y son vigilados por “policías” de la moral que imponen las leyes islámicas en barrios del Reino Unido, Dinamarca o Alemania. 

Este tipo de acciones responden a una gran presión social por parte de los vecinos de determinados barrios, que atendiendo a las órdenes que se generan desde algunos centros religiosos radicalizados, adoctrinan a sus fieles más radicales para que posteriormente ejerzan como verdaderos mafiosos, vigilando, que por ejemplo, las mujeres lleven el velo a riesgo de sufrir agresiones si no lo hacen. Otro ejemplo lo podemos ver en Molenbeek, barrio de Bruselas donde el propio ministro del Interior afirmó;  es un barrio «que las autoridades no controlan» tras ser el barrio con más yihadistas de Europa. También podemos hablar del Secondigliano que es un barrio de Nápoles controlado por la Camorra napolitana, donde hace unos se alcanzó el récord mundial de homicidios por habitante.

Estos tres ejemplos son la punta de lanza de lo que son los espacios de confort delincuenciales, lejos de los escenarios que se dan en Navarra. Pero ¿Qué pasaría si realizamos un análisis de algunos episodios ocurridos últimamente en Pamplona? En primer lugar podríamos hablar de cómo, un grupo radical de la afición de Osasuna, ha intentado coaccionar a todas aquellas personas que apostaron por que la selección española de futbol femenino jugase en Pamplona. Podríamos hablar de pintadas contra la selección femenina en el Sadar, de cómo en el día del partido de la selección un grupo números intentó amedrentar a todos aquellos que acudían al Sadar, hasta que fueron disueltos por la Policía. Pero también podemos hablar de cómo este grupo ha sido capaz de realizar y publicitar infografías en el propio estadio informando quien puede y quien no puede acceder a una zona determinada del estadio y por supuesto conminando a que no se saquen fotografías ni videos en esa zona. ¿Podríamos hablar de una zona de confort delincuencial en una parte del Sadar?

Otro de los hechos que se han tenido mucha repercusión mediática estos días, ha sido la agresión sufrida por una persona en la Plaza de Navarrería de casco viejo de Pamplona, por el hecho de llevar una bandera de España. La persona que sufrió la agresión tuvo que abandonar esa zona por las agresiones sufridas por un grupo de personas, mientras el resto de los ahí reunidos coaccionaba a las personas para que no grabaran los hechos. Una situación muy grave donde se vio como la violencia se ejerce sin ningún tipo de miedo, en según qué zonas.  ¿Podríamos hablar de una zona de confort delincuencial en la plaza de navarrería?

Si ponemos sobre la mesa estas dos acciones, podemos ver, como si repiten varios indicadores, de cómo personas que ejercen la violencia ya sea física, verbal o coercitiva se encuentran cómodos en espacios que estiman suyos o bajo su control. Si nos fijamos también podemos observar como en plena época en la que todo se graba y se emite, estos dos grupos de personas se preocupan por que las imágenes de esas zonas no sean grabadas y mucho menos quienes en ellas actúan. Estamos hablando casos que han tenido repercusión mediática y la sociedad ha tenido conocimiento de ellos. Pero que puede empujar a un grupo determinado a erigirse como dueño absoluto de un espacio público, en primer lugar la repetición de hechos similares en los cuales se han visto impunes y en segundo lugar que normalización por parte de las personas ajenas a esa acción violenta, pero como se ha repetido en anteriores ocasiones, se les da una naturalidad que en otros espacios no la tendría. También la no denuncia, ante hechos similares por miedo a represalias, es un factor común ante esta tipología de hechos.

Está claro que estas dos acciones no son comparables con la dinámica de los tres barrios citados al inicio, pero si tenemos que tener cuidado con normalizar acciones que poco tienen que ver con la buena convivencia ciudadana. La calle es un espacio de libertad, en mi opinión y con casos como los reseñados en este artículo; sin seguridad no hay libertad. Los espacios urbanos seguros, ya sean públicos o privados, tienen que ser la meta de quien nos gobierna y tener clara una estrategia en seguridad pública es vital. Pero también saber  hacer partícipe a toda la sociedad del disfrute de lo que es vivir en libertad, pudiendo mostrar nuestras ideas y creencias sin miedo a escenarios donde unos pocos que no entienden el concepto de libertad se sientan impunes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies