Publicado originalmente en Diario de Navarra el 20 de Septiembre de 2024.
Las listas de espera del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea (SNS-O) han batido un récord el pasado mes de agosto, una situación que se repite al menos desde el año 2018. Es lógico que la situación empeore cada año, porque siempre se adoptan las mismas medidas, que inexorablemente se muestran ineficaces para remediar la situación.
Cada vez que se publican datos de listas de espera los partidos que están en la oposición critican con severidad al consejero del ramo, mientras olvidan que durante su mandato la situación no era mucho mejor. La novedad de este año son los grupos políticos que forman parte del gobierno de coalición. Haciendo un alarde de creatividad y conocimiento del problema, el portavoz de uno de ellos ha afirmado que hace falta mejor gestión y que no es un problema de dinero. En nombre del partido responsable de la cartera de salud se le ha respondido recordando la gestión de la legislatura pasada, reprochando que no se llegó a poner en funcionamiento la empresa pública de ambulancias. Desde luego da gusto cuando se ve preocupación por el interés general, sobre todo en vísperas de la tramitación de la ley de presupuestos.
Una de las características del populismo es que propone soluciones simples a problemas complejos. No cabe mayor simpleza que decir que el problema de las listas de espera se soluciona con mejor gestión o gestionando de manera distinta. Las listas de espera tienen un origen multifactorial. Es obvio que su origen se debe a que la actividad asistencial es menor que la demanda que se produce, pero también hay otros factores que deben tomarse en consideración. En la España de la autarquía, política económica que persigue la autosuficiencia, había una gran lista de espera para comprar un Seiscientos. Este problema también era multifactorial, porque era necesario aumentar la producción de vehículos, pero para ello también era necesario mejorar la producción y la calidad de los proveedores. El final de la autarquía trajo consigo la competencia entre fabricantes de vehículos y entre sus proveedores, creció la producción y la calidad, mejoró la productividad, se terminaron las demoras para conseguir el automóvil, y además se crearon puestos de trabajo y se generó riqueza.
El remedio para las listas de espera de salud tampoco se puede limitar a intentar aumentar la producción, léase actividad asistencial. En cuanto el número de consultas externas aumente y disminuya su lista de espera, aumentará la demora para exploraciones y para intervenciones quirúrgicas. Si los esfuerzos se dirigen a las intervenciones quirúrgicas, aumentarán de nuevo las esperas para consultas. Todo esto aderezado con la amenaza de limitación presupuestaria para el año próximo supone un sudoku de solución imposible. La complejidad del problema no se limita al debate sobre las prioridades en la asignación de recursos, porque debe añadirse que la población ha envejecido y ese envejecimiento tiene la consecuencia de que las necesidades asistenciales aumentan. Como la población ha envejecido, también se han hecho mayores muchos médicos que se han jubilado. Como la planificación del Ministerio de Sanidad y de las comunidades autónomas ha dejado mucho que desear, hay escasez de médicos de algunas especialidades. Además de todo lo anterior en los políticos de Navarra predomina el pensamiento autárquico y ya se han expuesto las consecuencias de la autarquía para conseguir un Seiscientos.
Un problema tan complejo requiere un tratamiento que no se limite a intentar aumentar la actividad como se ha hecho siempre. En no pocas ocasiones la lista de espera se debe a una mejorable organización, por eso es imprescindible comprobar si los resultados de los servicios públicos se corresponden con los recursos que se les asignan, para corregir lo que sea necesario. Pero además la estrategia del Gobierno de Navarra debe dirigirse a terminar con la autarquía y planificar su actividad asistencial con todos los recursos disponibles en la comunidad. La cooperación y la competencia no son incompatibles, y ambas son muy saludables para mejorar la productividad, la calidad y además generar riqueza.
El necesario cambio de estrategia de nuestro sistema de salud solo será posible si los políticos que forman parte del gobierno y también los de la oposición muestran estar a la altura de las circunstancias, y colaboran para proporcionar al SNS-O los instrumentos necesarios para su gestión. No es necesaria una nueva ley foral de salud. Es necesaria una ley foral de ordenación sanitaria que permita modificar el sistema retributivo de los médicos, crear una red asistencial con todos los centros públicos y los privados que sean necesarios, y fomentar la cooperación y la competencia.
El gran proyecto para esta legislatura debería ser precisamente este, pero poder conseguirlo hacen falta políticos comprometidos con el interés general.
Imagen de Patrick Tomasso vía Unsplash