María Blanco: “Hemos vuelto a la censura, y a que te digan lo que tienes que hacer, dónde, cómo y porqué”

 Nuestra tertulia del pasado 3 de Diciembre con la economista y escritora María Blanco (@godivaciones) ha tratado muchos temas complejos en sí mismos, y otros de los que es complicado hablar. 

La charla completa está disponible en YouTube y también como podcast.

“Feminismo de izquierda radical excluyente” frente a diversidad.

María Blanco es, entre otras cosas, autora del libro Afrodita desenmascarada, con el que quiso plantar cara al “feminismo de izquierda radical excluyente” que pretende dictar lo que es ser feminista, y hasta lo que significa ser mujer. “Hay que romper el monopolio. No puede ser que unas cuantas mujeres se arroguen la representación de todas las demás” actuando “como si ‘la mujer’ fuera un conjunto homogéneo de personas que queremos lo mismo” y como si esas pocas mujeres tuvieran “la verdad”. “Yo soy una ferviente defensora de la diversidad de ideas, del diálogo, de la evolución”. Y lo cierto es que cinco años después de su publicación ya no hay monopolio. “Hay feminismo disidente, feminismo de derechas, feminismo liberal…”.

Incluso vuelve a haber hombres feministas. “Nos han metido en la cabeza que el feminismo es cosa de mujeres y el machismo cosa de hombres. Y yo siempre digo en broma que ‘eso es porque no conoces a mi suegra’. Hay muchas mujeres que son muy machistas. Todos identificamos comportamientos machistas en mujeres y comportamientos feministas en hombres”. Ahora, y cuando las circunstancias no eran tan propicias.

Poner el foco donde no debe estar nos impide “avanzar”. Por ejemplo, durante la pandemia, en lugar de centrarnos en la lucha contra la enfermedad, “estamos gastando chorrocientos euros en cambiar los carteles y en comprobar si la mujer más o la mujer menos”. O “en lugar de decir, por ejemplo, ‘vamos a analizar la violencia, y vamos a ver porqué mueren más mujeres que hombres’, ver en qué tipo de mujeres, en qué entorno económico, qué influencia tiene la educación’” y de invertir en reducir la violencia en los hogares, “colocar a tu señora de ministra no me parece que merezca la pena.”

“Hay muchas mujeres en esa izquierda radical excluyente que de verdad se lo creen, y que lo hacen con la mejor intención. Hay muchas que no, políticas especialmente y mujeres que están viviendo del chiringuito”, pero también “hay muchas que están siendo engañadas y están siendo víctimas de este círculo cerrado de pensamiento” que pretende que no estar de acuerdo es “estar sometida a una formación patriarcal” de la que sólo ellas, las “iluminadas”, les pueden librar. “Defienden el mesianismo más puro y absoluto”. Es el “pobrecita, piensas así de mal porque estás imbuida por ese entorno patriarcal que te ha comido el seso”, como si nadie fuera capaz de pensar fuera de la “secta”.

“Esto no es una batalla de mujeres contra hombre. El pensamiento machista, la distribución de roles tradicional, del siglo XIX, que asume que la mujer es inferior y el hombre tiene que proveer a la familia, ha hecho mucho daño a hombres y a mujeres que no encajaban en el modelo.” A partir de ahí cada uno evoluciona como quiere. “No se puede forzar la relación entre hombres y mujeres porque alguien, da igual quién sea, crea que tiene la verdad absoluta respecto a cuál es el rol del hombre y de la mujer”. Todos son diferentes “y eso es cosa de cada pareja y cada familia, donde nadie tiene que decir nada. Y menos el Estado”.

Lo que hay que garantizar es la igualdad ante la ley. “En Europa tendemos a tener una visión limitado, mirarnos el ombligo y pensar que el mundo es igual. Y no.” En un país tan avanzado como Chile, la mujer sigue sin ser igual ante la ley. 

El cambio no consiste en usar lenguaje ”dividido” sino en “respetar más”. “Se siente ofendido el que quiere”, lo importante es mostrar respeto en la actitud. Lo que importa no es cómo te diriges a mí, “lo que importa es qué haces”.

Censura y cultura de la cancelación.

“Hemos vuelto a la censura, y a que te digan lo que tienes que hacer, dónde, cómo y porqué. Lo siguiente es que vengan a decirnos qué tenemos que hacer con nuestra pareja y de qué manera. Eso sí que es terrible, es un ataque contra la libertad individual enorme, y una falta de respeto a lo que la naturaleza es de verdad”, lo que hace que seamos “únicos”, no hay dos personas iguales.

“¿Porqué y desde cuando hay que dar tanta explicación?”. La respuesta es demasiado obvia: para “puntuarme” en función de las etiquetas que me pongan. “Porque es para eso. Es para clasificar”. Algo que atribuye a una falta de identidad propia, de reflexión sobre quién es cada uno, y mucho mirar “al influencia, a quién quiero ser”. Lo que preocupa más viendo quiénes son las referencias de nuestros adolescentes.

“Yo no quiero ser como nadie” y eso es algo que no aceptan. Creen que hay que “mezclarse y fundirse con la masa, y como no puede ser, buscan etiquetas”

La próxima revolución “será interior”, cuando nos demos cuenta de que hace falta esa reflexión acerca de quiénes somos, y de que “la mejor reivindicación de quién eres son tus actos”.

Otro tema importante es qué sucede en estos tiempos en los que crece la cultura de la “cancelación”, en los que se busca la muerte civil del disidente. María piensa que es la reacción de los que no tienen muy claras las cosas, los que han tomado una posición por mimetismo y no por reflexión, y “no sabe bien porqué critican lo que critican o defienden lo que defiende, y llegas tú, disidente, y se siente cuestionado”. Para esta persona eso es una agresión, y “se defiende matándote civilmente”. En lugar de analizar, “como no tengo claro porqué defiendo lo que defiendo”, se recurre a la descalificación. “Facha, que eres un facha”.

Pero María Blanco es optimista. Cree que saldremos de esta situación por simple insatisfacción de las nuevas generaciones. “La insatisfacción que genera no mirarse por dentro, primero va a hacer que los psicólogos se forren, y luego va a hacer que se vuelva a la filosofía y a la espiritualidad, a las grandes preguntas, y nos vamos a dar respuestas que nos a hacer alejarnos de esta masa” que no tiene argumentos, ni siquiera dogmas sólidos. Cree que la manera de plantar cara no es bajar al barro sino acercar a las personas a esa reflexión individual, de manera que les apetezca salirse de la masa.

Sobre las leyes que pretenden limitar la libertad de expresión, “el gobierno está diciendo que no eres capaz de ser responsable” y te impide decir nada que sea “inconveniente”… y se reserva el papel de decir qué es inconveniente. Nos dice “yo sé y tú no, yo tengo un sesgo moral que tú no, mi autoridad moral es incuestionable”, y “eso es lo peor de esa censura, que se atribuyen una autoridad moral que yo creo que no tienen”.

Un futuro que construirán otros.

“Uno tiene que saber a quién se vende” y los medios han pagado un precio en los últimos años, perdiendo la credibilidad. Los perjudicados no son sólo los ciudadanos que consumen los informativos de la Sexta. “La gente de 20 años no ve un informativo ni jarta de vino”, asume que no se puede informar bien, y se aparta. “Al no haber ninguna fuente reconocida, los jóvenes van a tener que buscar su propia autoridad. A largo plazo, creo que las cosas van a cambiar mucho.”

“Vamos a descubrir que hemos aprendido mucho de la pandemia”, como la muerte de tantos enseñó mucho a los hijos de la movida madrileña. O como las feministas de los años ochenta aprendieron que eso de no depilarse no llevaba a nada. “No será de hoy para mañana” pero esa frustración va a llevar a cambios. Y ahí van a tener mucha responsabilidad esos medios nuevos que ya no están controlados por la izquierda. Los jóvenes “que hoy están en Instagram o Tiktok divirtiéndose, llegará un momento en que ellos solos sabrán sacar adelante medios para informarse”.

A movimientos culturales como el de la “cancelación, hay que enfrentarse “con mucha paz pero sin complejos”, aguantando que “te lluevan apelativos” pero sin dejar de reivindicar la libertad de expresión”. Idealmente, con humor.

La capacidad de convivir pacíficamente e intercambiar bienes, servicios, ideas, con otros grupos, sin dejar de desconfiar de ellos, es lo que hace avanzar a la sociedad. “Es el comportamiento que sobrevive”.

“El capitalismo es el mejor amigo de la mujer”, y “el primer paso para que la mujer se emancipe es la independencia financiera, cuando puede acceder al mercado de trabajo, cuando se le considera un sujeto tan válido como el hombre” para ser propietario, inversor, gestor. El capitalismo entendido como un entorno en el que hay un estado de derecho, se respeta la propiedad, los contratos, permite la igualdad ante la ley “que ha sido fundamental, y por tanto que tengamos acceso a la educación y a las instituciones económicas, y a buscar nuestro propio desarrollo económico”.

Con eso, y con el anuncio de un próximo libro llamado “Hacienda somos todos, cariño”, nos empezamos hasta una próxima ocasión.

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