Ayer 11 de Febrero, varias asociaciones navarras y en torno a 500 personas se dieron cita en la plaza de la Constitución de Pamplona para recordar a las víctimas de ETA y sus crímenes contra la Humanidad. Otras 200 aproximadamente se dieron cita en en Paseo de Queiles de Tudela, y distintos grupos se reunieron ante los monumentos y placas de otras poblaciones navarras.
El acto, que fue presentado por Pilar Ollo, presidenta de la Asociación de Víctimas de ETA de Navarra y terminó con un minuto de silencio y los himnos de Navarra y España, incluyó una ofrenda de flores de distintas entidades presentes, y la lectura de un manifiesto (a cargo del vicepresidente de la entidad, Julio Vidaurre) que reza como sigue:
Buenos días
En primer lugar, agradecer a todos vuestra presencia y acompañamiento en el día de hoy, en el que se conmemoran 8 años desde que el Parlamento de Navarra declaró el 11 de febrero como “Día en memoria de los desplazados forzosos por ETA y de todas sus víctimas de crímenes contra la humanidad”.
El 20 de octubre de 2011 la banda terrorista anunció el cese definitivo de su actividad armada, dejando tras de sí lo que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó como el fin de un trágico capítulo para España, y que, añadiremos, cuenta en su macabro haber con casi un millar de asesinatos, innumerables heridos y expulsados de su tierra, bajo extorsiones y amenazas.
Han pasado algo más de 11 años desde aquel día, y cabe preguntarse qué ha cambiado.
ETA dejó de asesinar, sí, pero lo hizo, no por convencimiento propio, ya que siguen sin condenar su pasado oscuro y manchado de sangre, sino porqué fue derrotada gracias sobre todo y ante todo a la actuación de las FFCCSE y a la reacción de la sociedad civil, que, tras años de silencio y miedo, alzó su voz y sus manos blancas en respuesta al secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco.
La Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo aprobó, en abril de 2022, un informe en el que sugería el reconocimiento de los crímenes de ETA como crímenes contra la humanidad, que la concesión de beneficios penitenciarios se supeditase a la colaboración en la investigación de los atentados y asimismo pedía que “se evite el enaltecimiento público de los terroristas condenados cuando salen de las cárceles, por el dolor y la victimización secundaria que conlleva para las víctimas del terrorismo”.
Nada de eso se ha hecho, al revés, poco a poco y a través de su brazo político, BILDU, van consiguiendo sus objetivos: acercamientos de terroristas a cárceles del País Vasco y Navarra y la transferencia de la competencia en materia de prisiones; la exaltación de la figura de los terroristas a través de los homenajes que se les rinden; la justificación de la violencia que transmiten a sus nuevas generaciones.
El Parlamento de Navarra tardó casi 40 años, desde que se promulgó la Constitución, en declarar un día en memoria de las víctimas de ETA y, en menos de 5 años, algunos de esos políticos pactaron con los herederos no arrepentidos de la banda criminal los acercamientos de presos, a cambio de unos presupuestos con los que mantenerse en el poder: presos por presupuestos.
Triste, pero cierto.
De ahí que en estos momentos y en especial en días como este sea más necesario que nunca recordar a todas aquellas personas que de una u otra forma sufrieron el terror impuesto a nuestra sociedad por la banda terrorista.
Hoy más que nunca es exigible que imperen las cuatro palabras cuidadosamente elegidas por las asociaciones de víctimas, y recogidas en el art. 2 de la Ley 29/2011:
– Verdad, porque ya basta de blanqueamientos y de mentiras: aquí no hubo ninguna lucha armada, hubo una banda terrorista asesina y sus víctimas. Como escribió Baltasar Garzón en el prólogo del libro “Olvidados” de nuestro querido Iñaki Arteta: «La historia debe ser escrita tal y como aconteció, con renglones firmes y definidos y no como quieren muchos que, con un afán revisionista, pretenden ocultar la vergüenza de sus acciones, sustrayendo, una vez más, a las víctimas su historia y su dolor. Ellas son las que más perdieron»
– Memoria, porque es necesario que se salvaguarde y mantenga vivo su reconocimiento social y político, frente a aquellas actitudes que pretenden colocar a las asociaciones de víctimas como un obstáculo para la paz
– Dignidad, porque si alguien representa la dignificación de la democracia son las víctimas del terrorismo
– Justicia, para resarcir a las víctimas, evitar situaciones de desamparo y condenar a los terroristas: mientras se sigan permitiendo actos como los ongi etorri, mientras una víctima no pueda colocar unas flores en recuerdo de su padre asesinado, sin que las respeten, mientras se nos coloque en la misma balanza a las víctimas y a sus verdugos, no habrá justicia.
Por todos y cada uno de ellos tenemos la obligación moral de estar y seguir estando, porque la pasividad es el origen de las tiranías.
Como dijo Edmund Burke: Para que el mal triunfe sólo es necesario que los buenos no hagan nada.
Foto de Daniel Cuesta.
Así es. Antiguos líderes de ETA, como Arnaldo Otegi, se permiten hablar de la «violencia y opresión del Estado español». Pero ni siquiera se refiere a la España de hace 50 años. ¡Habla del momento actual, en pleno siglo XXI!
¿Conseguirá engañar a alguien? Me temo que si. Algunos se dejan engañar. No hay que permitirlo, porque si lo hacemos, estaremos dejando que una versión absolutamente pérfida de la historia se imponga. Y que el dolor de las verdaderas víctimas sea en vano.